El futuro de Kylian Mbappé en el Paris Saint Germain está más incierto que nunca. Desde que el pasado 14 de febrero el delantero comunicó a Nasser Al Khelaïfi su decisión de no renovar contrato y marcharse al final de temporada, su rol en el equipo ha cambiado radicalmente.
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Luis Enrique ha comenzado a dosificarlo en los partidos de Ligue 1, alegando que "el equipo se acostumbre a jugar sin él". De los últimos siete partidos en el campeonato doméstico, el capitán de la selección francesa ha disputado los 90 minutos en tan solo uno. Esta situación ha impactado negativamente en su rendimiento en otras competiciones, como la Champions League.
Mbappé fue uno de los grandes señalados en la derrota del PSG contra el Barcelona en el partido de ida de los octavos de final. Se le achaca que no tirara del carro, que estuviera poco participativo y que apenas conectara con sus compañeros. En los últimos seis partidos que ha disputado, apenas ha marcado un gol, cifras que denotan un bajón de rendimiento preocupante.
Tensión con Luis Enrique y un nuevo rol
Todo el ruido generado por su marcha, unido a la "tensión" con Luis Enrique, han lastrado a Mbappé. Desconectado de los partidos y con un rol que no se imaginaba a comienzos de temporada, ya no es tratado como una estrella. A diferencia de años anteriores, el equipo ya no juega para potenciarlo.
El martes, en Montjuïc, Mbappé tiene la última oportunidad para acercar al PSG a la Champions League, título que se le resiste desde que fichó en 2017 y con el que podría poner punto y final a un ciclo jamás visto antes en otro jugador del conjunto parisino.
El futuro de Mbappé sigue siendo un misterio. Su liderazgo y su estatus de estrella están en tela de juicio, pero el PSG es consciente de que la remontada contra el Barcelona pasará por sus botas.