En abril de 1995, el piloto de Fórmula 1, Gerhard Berger, condujo su Ferrari Testarossa F512M hasta las inmediaciones del circuito donde se llevaría a cabo el Gran Premio de San Marino, en Imola, Italia. Estacionó su vehículo en las cercanías del recinto y procedió a disputar su carrera.
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Tras terminar la jornada, Berger volvió por su vehículo para conducir de vuelta a casa, pero no se esperaba la sorpresa que le vendría: su Ferrari no estaba donde lo había dejado. Rápidamente, se puso en contacto con la policía y le contó con lujo de detalles todo lo que sucedió.
La policía italiana se dedicó a la búsqueda del vehículo, pero no tuvieron éxito. Tuvieron que pasar 28 años para que, esta semana, finalmente, apareciera el Ferrari, que ahora está valuado en unos $400.000 dólares. Los responsables de haber encontrado el vehículo fueron las autoridades de la policía británica.
Aparentemente, intentaron vender el carro en Reino Unido, y fue entonces cuando la policía pudo dar con su paradero, casi tres décadas después de que se lo hubieran robado de la mano de su primer dueño.
Entre las cosas que más impresionó a los policías fue el estado en el que se encontraba el vehículo. Estaba en su estado original, muy bien conservado, casi como nuevo. La policía también pudo identificar que justo después de haber sido robado, el carro viajó hasta Japón y finalmente regresó a Europa, para terminar en Reino Unido, donde sería vendido.