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Las mujeres también desean jugar fútbol americano en Egipto

Por Meridiano

Domingo, 16 de diciembre de 2018 a las 04:40 am

Hace tres años tuvieron que aguantar que los jugadores varones les dijeran que su sitio estaba "en la cocina", pero no se rindieron y hoy las mujeres de la liga de fútbol americano egipcia luchan para que las dejen vestir casco y hombreras y superar el machismo que rodea a las deportistas en Egipto.

Nour Ibrahim, una joven cairota de madre egipcia y padre estadounidense, se enamoró del balón ovalado y del deporte de contacto durante un intercambio estudiantil en un pequeño pueblo de Misisipi que transpiraba fútbol americano por sus calles.

Cuando volvió a Egipto en 2015 contactó con los Cairo Wolves, uno de los primeros equipos de un deporte que aterrizó en el país africano en 2008 de la mano de Ahmad Al Refaey, un egipcio que se formó en Estados Unidos y que volvió a su tierra natal para popularizar el fútbol americano.

"Su respuesta inicial fue negativa y su razonamiento sexista. No podían concebir que una mujer quisiera jugar al fútbol americano", dice a EFE Ibrahim, de 26 años, al recordar su primera conversación con los Cairo Wolves.

No cejó en su empeño y hoy tres años después Ibrahim ha visto cómo el número de equipos femeninos en Egipto que juegan al fútbol pañuelo (flag), una modalidad del fútbol americano de menor contacto, ha pasado de cero a ocho y la cifra de jugadoras sumen medio millar.

Tras una campaña a través de Facebook que tuvo "una gran repercusión" y una prueba organizada por los Cairo Wolves -"solo para callarnos", según recuerda Ibrahim-, lograron lo que buscaban.

Una treintena de mujeres, algunas con pañuelo en la cabeza pero dispuestas a vestir casco y hombreras se presentaron a la prueba para sorpresa de los entrenadores, que accedieron a prepararlas.

Eso sí, no les permitieron jugar a la modalidad de fútbol americano con contacto y placaje.

Como la mayoría de jugadoras de los Cairo Wolves, Randa Bawady salta cada fin de semana al terreno de juego blindada con el pañuelo en la cabeza y un protector dental, la única indumentaria que protege a las mujeres durante el encuentro.

Asegura que se siente cuestionada por la gente más conservadora cuando explica que juega al fútbol americano, pero está convencida de que no está haciendo nada que su religión impida.

"Es un problema mayor. No está bien visto que las mujeres practiquemos deporte de contacto", confiesa a Efe Bawady.

Mostafa Mekky, coordinador general de los Cairo Wolves, asiste a los entrenamientos del equipo femenino y confiesa estar "preocupado por si las chicas sufren alguna lesión".

"Las mujeres son criaturas de paz, no como los hombres", asiente convencido mientras observa con atención cada situación de contacto que se produce a lo largo de la sesión preparatoria.

Pero a pesar del machismo que rodea a este deporte, esta versión del fútbol americano femenino no ha parado de crecer en Egipto porque "crea un vínculo muy fuerte entre las mujeres" que les otorga la "confianza necesaria para jugar sin sentirse cuestionadas", explica Ibrahim.

A causa de la gran demanda de jugadoras que querían practicar este deporte, la Federación Egipcia de Fútbol Americano (FEFA) incorporó este año una norma que establece que cualquier club que quiera participar en la liga masculina, también tiene que contar con una formación femenina.

"Cientos de chicas estaban interesadas en el fútbol americano y no había suficientes equipos para absorber la demanda", reconoce el joven presidente de la FEFA, Amr Hebbo.

"Ellas se juntaron y lo forzaron", admite el presidente de la federación que da cobijo a ocho clubes y mil jugadores (550 hombres y 450 mujeres) que participan en las dos ligas que organiza la FEFA: una de contacto para hombres y otra de flag para las mujeres.

Ibrahim lamenta que la federación las sobreproteja impidiendo el contacto físico, pero celebra que el fútbol americano haya unido y "empoderado a las mujeres egipcias".

"Al principio muchas teníamos miedo, pero hemos demostrado que somos atletas de verdad", sentencia. // EFE

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