Richard Quiñónez | [email protected]
A las 6:30 de la tarde de este sábado 6 de mayo se estarán abriendo las puertas del aparato de partidas en una nueva edición del Kentucky Derby, primer paso de la Triple Corona norteamericana, la carrera más importante del hipismo de ese país y una de las más representativas y emblemáticas en el mundo entero.
Este año, la “Carrera de las Rosas” tiene una significación muy especial para Venezuela, ya que participa con el número 10 en su gualdrapa el caballo Gunnevera, un hijo de Dialed In, nacido en Florida y que es propiedad del venezolano Salomón Del Valle, entrenado por el campeón valenciano Antonio Sano y será conducido por el Salón de la Fama Javier José Castellano.
Las historias tanto de Gunnevera como de su entrenador han llamado la atención de la prensa norteamericana. El caballo por ser un modesto purasangre adquirido por 16 mil dólares y que quedó huérfano al morir su madre, apenas días después de nacido. Y el entrenador por haber sufrido un secuestro que lo dejó casi en la ruina y que lo llevó a irse a Estados Unidos a seguir ejerciendo el oficio que tantas satisfacciones le brindó en Venezuela.
Recorrido ganador. Gunnevera comenzó su campaña a los dos años. Ganó una carrera común en su tercera presentación en Gulfstream Park. Fue llevado a Saratoga en Nueva York y lo inscribieron en el Saratoga Special Stakes, Grado II, una apuesta sumamente ambiciosa. El caballo respondió y ganó la prueba. Luego lo trasladan a Keeneland y llega quinto en la Breeders’ Futurity. Cierra su campaña como dosañero imponiéndose en el Delta Downs Jackpot Stakes, Grado III, una prueba por 1 millón de dólares y gana en terminante demostración. A los tres años reaparece en Gulfstream Park, llega segundo en el Holly Bull Stakes y gana luego el Fountain Of Youth, la prueba que lo encumbra como uno de los mejores de su generación. Su última prueba antes de la competencia fue el Florida Derby, Grado I, y finaliza tercero.
Este sábado tiene la oportunidad con el zuliano Javier Castellano en el lomo de convertirse en un nuevo ídolo de la afición hípica norteamericana.