Alfredo Coronis A. | [email protected]
Si hay algo que caracteriza a Wuilker Faríñez es que es imperturbable, impertérrito. Desde que a los 16 años de edad empezó a rondar la selección lo caracterizó la sobriedad, muy inusual para un adolescente.
Fue creciendo en órbita de selección absoluta y brilló con la Sub-20, tanto en el Sudamericano como en el Mundial, donde empezó a sonar su nombre en el mundo.
El técnico Rafael Dudamel le hizo debutar en eliminatorias ante Perú (2-2) y luego contra Chile (caída 3-1), juego en el que paró un penal. Pero luego del Mundial juvenil le tocó encarar dos rivales con atacantes complicados: Colombia y Argentina. Con ofertas sobre la mesa, ya el chamo de Catia había advertido: “La portería es una posición muy difícil, muchos clubes no se arriesgan a tener un cupo de extranjero en esa posición. Lo importante es encontrar un equipo que sepa que va a contar conmigo, que me dé oportunidades de ver minutos”.
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Pero, sereno como siempre, no le hizo “swing” a lo primero que venía, aún con la posibilidad de una devaluación de su ficha por posibles goleadas de los cafeteros y albicelestes. Pero pasó todo lo contrario. Le sacó un cero a Colombia, incluido una atajada espectacular a Falcao. Luego, le sacó de todo a Messi, Dybala, Icardi, Pastore y demás integrantes de esa constelación que languidece llamada Argentina. “Estoy trabajando mucho en base a lo que viene. La Vinotinto va en crecimiento, y el arquero no puede quedarse atrás”, insiste.
Al finalizar el primero de los dos juegos, David Ospina, meta colombiano, intercambió camiseta con él. Contra Argentina, recibió bendiciones de René Higuita vía Twitter. Pero Faríñez, los halagos, como a los disparos, prefiere desviarlos.