Héctor Rojas / [email protected]
El 23 de octubre fue el último día que la cancha del Monumental de Maturín vio correr un balón por su césped. Desde entonces ha estado cerrada con el objetivo de recuperarla y dejarla lista para el partido que sostendrán las selecciones de Venezuela y Bolivia el día de mañana por las eliminatorias al Mundial, aunque al parecer el tiempo no fue suficiente.
Desde la llegada al recinto, el estadio está custodiado por efectivos de seguridad. En la entrada nos advirtieron que podíamos estar cerca de las autoridades que realizaban una inspección con el presidente de la FVF, Laureano González, pero no debíamos asomarnos al rectángulo de juego.
La prohibición, implícitamente fue una invitación a echar un vistazo, observar de reojo como se encontraba el verdor de la grama que servirá de huésped de los 22 protagonistas, aunque lo encontrado fue movimiento de tierra, aproximadamente entre nueve y diez obreros trabajando la grama y una cinta amarilla colocada al borde del terreno que indicaba lo siguiente: “Precaución, área peligrosa, manténgase alejado”.
La permisología para estar en los pasillos del Monumental se redujo. El agente de seguridad que se encontraba en la puerta fue llamado de inmediato y a su vez recibió la orden, de manera disimulada, para que nos acompañaran hasta el estacionamiento y dejáramos el estadio.
William Totto, taxista que nos llevó hasta el estadio, señaló que el juego ante Bolivia ha servido para hacerle un cariñito a la ciudad, limpiando los alrededores del recinto y realizando el debido mantenimiento al alumbrado del sector. Pintura fresca se observó en ciertos murales y la confirmación de que el día de mañana será dado libre en la ciudad para que la gente se vuelque a apoyar a la selección nacional.
La seguridad está garantizada y la organización del evento procura que no se le escape nada, aunque hay detalles que parecieran faltan por resolver.