Las protestas en la Bundesliga contra la entrada de capital extranjero se están intensificando, con partidos que se retrasan, se paran o incluso se suspenden. Los aficionados se aferran a la regla del '50+1', que dictamina que los votos de un club tienen que estar en manos de sus socios.
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La DFL, el ente regulatorio del fútbol profesional alemán, busca la incorporación de un inversor de capital privado y extranjero que impulse los derechos televisivos. Los aficionados rechazan esta propuesta, temiendo que ponga en riesgo el sistema del que presumen desde hace años.
Esta vez el encuentro afectado fue el disputado entre Colonia y Werder Bremen correspondiente a al jornada 22, en el cual los aficionados arrojaron pelotas de tenis y más sorprendente aun, un auto a control remoto que expulsaba una cortina de humo.
Las protestas comenzaron a mediados de diciembre y han ido en aumento desde entonces. Se han visto todo tipo de acciones, desde lanzar monedas de chocolate al campo hasta pancartas con mensajes como "El fútbol alemán sigue siendo capital de riesgo".
La situación es tensa y no parece que haya una solución fácil. Los aficionados han dejado claro su mensaje y la DFL tendrá que reconsiderar su postura. Es posible que se tenga que acudir a una tercera votación, aunque el resultado se intuye que sería diferente a la segunda.
Numerosos partidos se han visto afectados por las protestas. Algunos se han retrasado, otros se han parado y uno incluso se ha suspendido. El capítulo más polémico se vivió en el duelo entre Hamburgo y Hannover 96, donde los ultras visitantes mostraron una pancarta con la cara del CEO del Hannover en el centro de una diana.
Las consecuencias
Las protestas están teniendo un impacto negativo en la imagen de la Bundesliga. La liga alemana siempre ha sido conocida por su ambiente único y sus aficionados apasionados, pero estas protestas están empañando esa imagen.
El futuro de la Bundesliga está en juego. La DFL tendrá que encontrar una solución que satisfaga tanto a los aficionados como a los inversores. Si no lo consigue, la liga alemana podría perder su carácter único y especial.