Daniel Velásquez Battaglini
El abreboca para el Mundial de Rusia 2018 ya está servido: la Copa Confederaciones. La segunda competición en importancia organizada por la FIFA se lanza al ruedo con ocho selecciones que buscarán levantar un trofeo que se ha transformado en una especie de maldición de cara al evento mundialista.
Nunca una selección vencedora de la Copa Confederaciones ha podido repetir la gesta en el siguiente año que se realiza el magno evento del balompié mundial. Desde 1992 se ha disputado el torneo que reúne a los campeones de los respectivos torneos confederativos: Copa América (Conmebol), Copa Oro (Concacaf), Eurocopa (UEFA), Copa de Asia (AFC), Copa de Oceanía (OFC) y Copa África (CAF).
No siempre ha tenido la misma frecuencia, ni tampoco ha sido históricamente el prólogo para un Mundial. Desde 2005 el evento pasó a realizarse cada cuatro años, pero las primeras ediciones se disputaron cada tres años (1993-1995). Desde 1995 hasta 2005 se celebró cada dos años y desde 2001 (con excepción de 2003) se disputa un año antes de la Copa Mundial en el país anfitrión.
La Copa Confederaciones se ha celebrado en nueve ocasiones. Solo cinco países han vencido: Brasil, con cuatro títulos, es la selección que más veces levantó el trofeo; Francia le sigue con dos títulos; mientras que Argentina, México y Dinamarca se titularon campeones una vez.
Los países de Conmebol tienen un claro dominio en el torneo con cinco galardones, escoltados por los europeos que ganaron en tres oportunidades.
México, en 1999, ha sido la única selección que ha salido triunfador en la Copa no perteneciente a la UEFA o Conmebol.
En el registro de los máximos anotadores de la Confederaciones aparecen los nombres del brasileño Ronaldinho y del mexicano Cuauhtemoc Blanco, con un total de nueve anotaciones.
La última maldición. El mejor ejemplo de “la maldición de la Confederaciones” se dio en el pasado torneo. Brasil, selección pentacampeona del mundo, tenía tres ediciones sin ganar un Mundial, y el hecho de ser el país anfitrión le daba el favoritismo para adjudicarse el trofeo más preciado del fútbol: la Copa del Mundo.
El sueño comenzó justamente en la Confederaciones, donde arropado por toda su gente, la Canarinha pudo llegar a la final del torneo, el cual venció por 3-0 a España, con una destacada actuación de Neymar. Levantaron el trofeo, y su favoritismo para el Mundial no tenía techo.
Ya en la Copa del Mundo 2014, Brasil superó la fase de grupos en el primer lugar, venció en penales a Chile 1(3)-1(2) en octavos, luego superó a Colombia por 2-1 en cuartos, y en semifinales llegó la debacle más dolorosa después del Maracanazo en 1950: goleados 7-1 por Alemania, que a la postre sería campeón del mundo.