Gabriel García Márquez vivió y escribió durante siete años en Barcelona. Eligió esta ciudad del noreste de España, y no otra, movido por las historias que le contó de ella el escritor Ramón Vinyes cuando ambos coincidieron en Barranquilla (Colombia).
García Márquez se inspiró en Vinyes para dar vida al personaje del "sabio catalán" en "Cien años de soledad", obra cumbre del escritor colombiano publicada en 1967. Ese mismo año, decidió poner rumbo a España. "No lo dudé en ningún momento", dijo en una entrevista publicada en 2006 en el diario español "La Vanguardia".
Junto a su esposa, Mercedes Barcha, dejó atrás su círculo social y cultural de México y se adentró en un país que vivía los últimos años del régimen autoritario de Francisco Franco (1939-1975), lastrado por más de tres décadas de dictadura.
"Ellos, los barceloneses, pensaban que éramos nosotros los atrasados, por latinoamericanos, pero era completamente al revés", relató en aquella entrevista concedida al rotativo español la esposa de García Márquez.
En aquellos años, tras el éxito sin precedentes de "Cien años de soledad", todo ocurrió "muy rápido" para la pareja. "Pasé de no tener para comer a poder comprarme casas", aseguró el escritor.
Fue, ante todo, una época intensa, en la que aprovecharon la proximidad de Barcelona a Francia para ver películas prohibidas entonces en España, como "El último tango en París", para asistir a conciertos, estrenos teatrales y otros actos culturales.
"España era la puerta a Europa (...) Calmé toda mi ansiedad cultural", dijo "Gabo" en aquella entrevista publicada en 2006, una de las últimas que concedió.
En Barcelona, ciudad que le recordaba a Cartagena de Indias, "Gabo" se encontró con Carmen Balcells, quien se convirtió en su agente editorial y confidente, y quien llegó a ser editora de seis premios Nobel de Literatura, entre ellos, el propio García Márquez.
El círculo se cerraba en la ciudad catalana con Mario Vargas Llosa, entonces gran amigo del escritor colombiano, y el chileno José Donoso. Pero, además, allí recibieron entonces la visita de otros literatos latinoamericanos como Carlos Fuentes, Julio Cortázar o Pablo Neruda.
"Ahora da casi vergüenza decirlo, pero nos la pasamos muy bien", reconoció García Márquez. "En aquella Barcelona de los primeros setenta se vivía excelentemente, da pena admitirlo. Es ahora, al pensarlo un poco, cuando nos damos cuenta de lo triste que era todo".
En 1973, el matrimonio decidió regresar a México. Faltaban dos años para la muerte de Franco y el escritor volvía a su "patria chica" con un nuevo libro bajo el brazo: "El otoño del patriarca", que se publicó en 1975.
"Su estancia en Barcelona y su relación con otros escritores a lo largo de su vida y, singularmente, con su agente literaria, Carmen Balcells, ayudó decisivamente a la consolidación del denominado 'boom' de la literatura latinoamericana", destacó hoy el gobierno regional de Cataluña.
En Barcelona dejó numerosos amigos y una vivienda en el céntrico Paseo de Gracia a la que volvió en numerosas ocasiones. Una de las últimas, en el año 2005, cuando rompió su promesa de "no pisar España" -por la exigencia de visados a los ciudadanos de los países iberoamericanos- y participó en el Foro Iberoamericano.
Hoy, un día después de su muerte, España recordó a García Márquez y lloró su muerte. Tras su marcha del país, en 1973, el escritor volvía al país "con frecuencia casi anual", como él mismo dijo. En una de sus visitas, en el año 1979, fue recibido por el rey Juan Carlos, a quien apreciaba.
En 2007, durante el acto de apertura del VI Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Cartagena de Indias, el monarca español calificó a García Márquez como "un ejemplo vivo de esa unidad del español en su diversidad".
El escritor también hizo "buenas migas" con el ex presidente del gobierno español Felipe González, con quien departió en múltiples ocasiones, tanto cuando estaba al mando del país como cuando era el líder de la oposición en el Partido Socialista. /DPA