Diego Naranjo Cevallos || @diegonaranjo16
De un día para otro, José Ruiz pasó de una joven promesa como receptor a un lanzador de Grandes Ligas. El venezolano se convirtió el lunes pasado en el criollo número 371 en jugar en las Grandes Ligas.
Ruiz, pitcher derecho de 22 años de edad, recibió el repentino llamado ese mismo día, debutó con los Padres de San Diego y retiró una entrada con un ponche y un boleto ante los Mets de Nueva York.
“Estábamos en clase A fuerte (California) y cinco minutos antes de salir a calentar me llamó el mánager para decirme que recogiera las cosas porque me habían llamado del equipo grande”, recordó Ruiz vía telefónica. “Pensé que era un chiste porque estaba todavía en clase A, pero él me repitió lo que me dijo y me afirmó que habían cambiado a unos jugadores y quería que yo fuera a ocupar el puesto que quedó en el roster”.
Tras semejante noticia, el nacido en Guacara, estado Carabobo, aceleró el paso para poder llegar al Petco Park de San Diego. “No me dio chance de llamar a nadie. Me fui a mi casa, hice mi maleta, agarré mi carro y me fui manejando hasta San Diego”, afirmó el derecho que tiene una recta promedio entre 95 y 96 millas por horas y este año ya ha tocado las 100 MPH. “En el camino llamé a mi hermano (Humberto, quien firmó como lanzador, pero sin mayor suerte) y él se sorprendió con la llamada, se emocionó mucho ya que su hermano menor logró el sueño que él no pudo, siempre lo vi como un padre”.
“Cuando llegué ya la práctica había comenzado”, soltó Ruiz. “Me recibieron Alex Torres y Yangervis Solarte y cuando salí al terreno me saludaron José Pirela, Luis Torrens y Héctor Sánchez. Todos me felicitaron. Cuando llegó el momento de debutar fue algo sorprendente, fue un momento muy especial sobre todo cuando conseguí el ponche”.
El gran cambio. Uno puede pensar que la llamada que le cambió la vida a José Ruiz fue cuando le avisaron que iba a subir a las mayores. Sin embargo, hace aproximadamente año y medio se generó una comunicación que le cambió la vida.
Al momento de su firma, Ruiz era un pelotero con muchas facilidades de dar largas conexiones, un gran físico y portentoso brazo, por lo cual los Padres lo reclutaron como receptor en 2011. No obstante, al ver que ofensivamente no producía lo que se esperaba, el gerente general del equipo A. J. Preller se comunicó con el agente del pelotero, Félix Olivo, con una propuesta distinta.
“Preller me llamó para preguntarme si ya Ruiz había lanzado alguna vez en su carrera y si estaba de acuerdo con probarlo como pitcher”, recordó Olivo. “Estuve de acuerdo, ya que él cuando jugaba en ligas menores había lanzado en algunos juegos. Además, él tiene un brazo fuerte”.
“Ellos (Preller y Olivo) me hicieron la propuesta y acepté”, comentó Ruiz. “No fue nada fácil el cambio, en especial a la hora de aprender a lanzar los envíos rompientes”.
Rápidamente la gerencia se comunicó con el equipo clase A para probar al venezolano en su nuevo rol. “Eso ocurrió el año pasado en juego que estábamos perdiendo por mucho”, soltó Ruiz. “El coach de pitcheo se me acercó y me dijo que iba a lanzar una entrada y yo no le creía. Al final entré en el noveno inning y lancé sin mecánica y puras rectas, ponché a dos. Me sentí bien en ese momento y de ahí en adelante comencé a trabajar como lanzador”.
Después de ese encuentro, Ruiz viajó a Arizona para que el gerente general religioso lo viera sobre el montículo y a partir de ese instante, comenzó un camino que ya cumplió su primer objetivo: ser un lanzador de Grandes Ligas.
“No me arrepiento de haber jugado como receptor por varios años”, afirmó Ruiz. “Me divertía mucho sacando a los corredores en base”.