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Un relato para nuestro Beto

Por Meridiano

Jueves, 28 de abril de 2016 a las 05:12 pm

Carlos Valmore Rodríguez

Cómo se goza ¡ganando!, entonaba en el clímax del juego de pelota Humberto  Perdomo con su voz de trueno y alegría desinhibida. Ahora nos toca decir a nosotros, con timbre apagado y triste en la hora de tu muerte, cómo se sufre perdiéndote, Beto.

Porque ya no era Humberto. Era Beto. Nuestro Beto. El Beto de todos, el Beto de las mayorías. El Beto que hizo del micrófono su púlpito para diseminar la palabra del deporte. El Beto que se detenía a hablar de pelota con cualquiera que lo reconociera. ¡Y cómo lo reconocían! Desde el bombero de la gasolinera hasta Miguel Cabrera, a quien entrevistó infinidad de veces. Unos hampones que lo atracaron al darse cuenta de que era él, le exigieron que narrara un juego imaginario mientras lo sometían. Fue una humillación, y también un homenaje. En 40 años de exitosa carrera se hizo un personaje referencial, un sinónimo de beisbol, pero también de boxeo, de todo donde hubiera emoción y alegría. Porque para alegría, Beto. Por eso lo quería tanto el público. Porque disfrutaba al máximo lo que hacía. Y contagiaba su entusiasmo.  Ese era su secreto, además de su educada voz y su conocimiento. Sí, conocimiento.

Beto sabía. En las formas era alegre, dicharachero, desparpajado, pero había fondo en lo que decía. A lo largo del tiempo acumuló vivencias y anécdotas que le servían de dossier a sus transmisiones. Su roce con tantos deportistas y maestros de la descripción le permitió aprender y luego enseñar. Beto era generoso. Su libro de vida se saltó el negro capítulo de la mezquindad. Iba por ahí dando consejos de gratis. Consejos útiles, de buena fe. Seguro de sí mismo, apostaba por el éxito de quienes le rodeaban. Cuando a uno le tocaba comentar a su lado se sentía seguro porque llevaba las riendas y dominaba la escena.

Y así se empinó hasta lo alto. La graduación de un narrador es pegar frases que se propagaran en la calle, en el habla común del pueblo. Pues Beto impuso varias. “Cómo se goza ¡ganando!” fue una. “Por aquí, por aquí, por aquí, por Meridiano Televisión, otra. “Esto está feo, ¡muy feo!, era la guarnición para unas bases llenas y Cabrera en cuenta favorable. Cuando proclamaba “llamen a sus amigos y ¡díganles……! había un no hit no run o algo igual de grande en proceso. Bombo llegó a reemplazar a fly en la jerga del fanático. “Se lleva la blanca pelota”, una reminiscencia de los padres fundadores de la narración deportiva. “Yyyy, la booooooootóoooo”, era su grito de jonrón.

Beto era tan conocido en los diamantes como en los links. El golf era una pasión para él. Cuando no narraba, golfeaba. Y gozaba de la vida. Era todo un sibarita. Fue un hombre feliz y auténtico hasta el final de su vida, que por desgracia no se fue a extrainning, como correspondía a un relator de su estatura. Ahora no estará más. En este momento, el deporte está afónico. Está afligido, consternado. Porque Beto Perdomo se ha ido para siempre, pero dejó aquí ese carisma que lo hará imborrable. Beto, fue un placer escucharte, un honor conocerte y un privilegio acompañarte en un estudio de transmisión. En las cabinas quedará tu recuerdo indeleble. Siempre estarás por aquí, por aquí, por aquí. 

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