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Hassan Pena: "Magallanes es mi familia"

Por Meridiano

Domingo, 04 de octubre de 2015 a las 06:14 am

Eduardo Ochoa/Valencia

El actual taponero de Navegantes del Magallanes y Cerrador del Año de la campaña pasada, Hassan Pena, tuvo claro desde muy joven que quería lanzar fuera de Cuba y convertirse en pelotero profesional. Pero su historia, como la de muchos deportistas desertores, tiene matices que hoy en día puede recordar con un alto grado de satisfacción y sin arrepentimiento.

“Un día venía del estadio de lanzar con Industriales. La gente en la guagua me reconocía y me preguntaban por qué andaba en bus  si era jugador de beisbol. Yo sonreía con asombro y les decía: -oyéme ¿es que acaso soy rico? Soy un ciudadano como tú y tengo los mismos problemas-”, recuerda desde su hotel en Valencia el derecho, quien aquella misma tarde tomaría la decisión de marcharse.

No pasaron dos horas, cuando le tocó llegar a casa y ver a su madre sacando agua en tobos, pues había caído un aguacero y el débil techo de su pequeña casa no impidió que el agua se filtrara en grandes cantidades. Además, el fluido eléctrico había fallado y la comida se había descompuesto dentro de un viejo y poco eficiente refrigerador.

“¿Mami y qué pasó aquí?”, preguntó Hassan. “Hijo llovió por mucho rato. Hace más de seis horas que no hay luz y lo que nos queda en la nevera es un poco de arroz con dos huevos”, contestó su madre con cariño, ante la sorpresa de aquel muchacho de 19 años. “Óyeme mami, esto terminó. Yo me voy del país”, sentenció sin titubeo.

Pena, quien afronta su tercera temporada en el beisbol profesional venezolano con la credencial de haber ganado la distinción de mejor cerrojo en sus primeras dos participaciones (Zulia en la 2013-2014 y Magallanes durante la 2014-2015), falló en su primer intento de abandonar la isla y estuvo detenido por casi tres semanas.

“Siempre hay gente buscando salir y como sea uno se atreve, pero esa vez no tuve suerte y me capturaron. Mi mamá pensó que había muerto en el mar, pues no pude hablar con ella sino hasta el día 15 en la cárcel. Por alguna razón me dejaron libre cinco días después, pero ya no podría estudiar ni trabajar. Por eso cuando la policía me preguntó que si volvería a intentarlo, les dije que sí con seguridad”, apunta con la picardía que caracteriza a los antillanos.

Tras un mes de ocio y recibiendo incentivos monetarios de agentes internacionales de peloteros que conocían su potencial, Pena retomó el plan de llegar a Estados Unidos. “Fue un 20 de julio que me soltaron y justo el 20 de agosto conseguí mi segundo chance. Esa noche me monté en una lancha ilegal rumbo a Florida, pero no se lo deseo a nadie hermano. No veía absolutamente nada, solo escuchaba el motor de la lancha y el helicóptero de la guardia costera de Estados Unidos, mientras el agua nos pasaba los tobillos. Habíamos muchas personas dentro y creí que nos hundiríamos, pero finalmente pudimos llegar con vida y no me arrepiento porque a la segunda fue la vencida”.

Un par de años más tarde firmó al profesional con Nacionales de Washington, equipo en el que estuvo dentro de su sistema de ligas menores por seis campañas, aunque no logró pasar de la categoría Triple-A. Su vida empezó a ser lo que soñó desde adolescente y el beisbol lo condujo a lanzar en la pelota venezolana, donde siente que es su casa. “Magallanes es mi familia. En este negocio eso es vital para uno, que está lejos de casa. Valencia me encanta y aquí quiero estar”.

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