Antoine Walker fue uno de esos jugadores inolvidables de la NBA de finales de los 90 y principio de la pasada década. Ahora se le recuerda casi siempre por su ligereza a la hora de jugarse cualquier lanzamiento posible, uno de esos jugadores que “jamás sentía que un tiro era lo suficientemente difícil como para no jugárselo” y uno que cuando se le preguntó las razones por las que tiraba tantos triples contestó: “porque no hay línea de cuatro puntos”.
Pero más allá de eso, Walker (número 6 del draft de 1996) fue tres veces All Star, campeón en 2006 con Miami Heat y miembro de los mejores Celtics que se vieron entre los dorados años 80 y la llegada de Kevin Garnett y Ray Allen.
En 2002 jugó la final del Este haciendo dúo con Paul Pierce: 22,1 puntos de media él, 26,1 el alero, que sí siguió en el Garden hasta ser campeón en 2008.
Sólo en sus contratos NBA (acabó entre los Timberwolves y los Grizzlies en 2007 y 2008) ganó más de 108 millones de dólares… y menos de dos años después de dejar la NBA, en mayo de 2010, se declaró en bancarrota con activos de 4,3 millones y deudas de 12,7.
En verano de 2013, y después de haber tenido que vender hasta su anillo de campeón, declaró que había dejado atrás todas las deudas y que estaba saliendo adelante, algo que muchos otros deportistas estadounidenses no consiguen después de haber ingresado un buen montón de millones. /AS
26/07/2015