En las Grandes Ligas hay varias historias que parecen muy difíciles de creer, por todo lo que tuvieron que pasar algunos talentos para finalmente cumplir su sueño de uniformarse con algún equipo de la mejor liga del mundo de beisbol.
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Ahora bien, quizás la historia de Ron LeFlore es una de las más sorprendentes, considerando lo que debió transitar antes de firmar en la Gran Carpa y lo casual de la forma en la que recibió la oportunidad para firmar.
Ron LeFlore: "Uno en un Millón"
Desde muy temprana edad, naciendo en un suburbio de Detroit, Michigan, LeFlore debió convivir con un ambiente plagado de drogas, alcohol y malos hábitos de sus familiares y allegados. En su niñez, inició con los vicios de sustancias, inyectándose heroína recurrentemente y embriagándose de la misma manera.
A los 15 años fue capturado por primera vez por los cuerpos policiales de su ciudad al ser visto robando unas cervezas para satisfacer su dependencia a la bebida.
Lo que no sabía LeFlore es que la prisión sería, irónicamente, su camino a la salvación.
En la cárcel, comenzó a destacar por primera vez en una liga de beisbol organizado (la liga para reclusos), al punto de que llamó la atención de prácticamente todos los que hacían vida dentro de la penitenciaria.
Un día, otro interno convenció a Billy Martin, gerente de los Tigres de Detroit en aquel momento, para que observara la forma de jugar de LeFlore y determinara si tenía, o no, el nivel para llegar a las Mayores.
Martin lo vio, le gustaron sus habilidades, y le pudo obtener un permiso para tener un día de libertad condicional e ir a un tryout en el Tiger Stadium. Sobresalió entre los demás jóvenes, obtuvo un puesto y debutó en la Gran Carpa en 1974. Terminó su carrera con 1.283 imparables, 59 jonrones, 353 carreras impulsadas, 731 anotadas, 455 bases robadas y promedios de .288/.342/.392.
Tan especial fue su historia, que firmaron una película sobre su vida que se estrenó en 1978 llamada "Uno en un millón".